Diego Ruiz – Director de Bohabi Promocions
Artículo Diario de Mallorca (Pau Ferragut)
P ¿Adquirir hoy en día una vivienda nueva en Balears, por parte de una pareja joven o una familia de clase media, es prácticamente una utopía. ¿Por qué? R La oferta de vivienda de obra nueva en nuestra comunidad es escasa y, efectivamente, va dirigida a sectores que no tienen nada que ver con los grupos sociales que buscan su primer hogar. El nivel actual de construcción está muy alejado de los picos de épocas anteriores. Por ejemplo: en 2017 se construyeron apenas 400 viviendas en Palma comparado con las 1.500 que se edificaban al año de media en la primera década de los años 2.000. Como consecuencia inevitable de todo eso se produce el alza exponencial de los precios de la vivienda nueva.
P ¿Y cuál es la razón por la que ahora se construye menos vivienda nueva? R Son varios los factores. Destaca entre ellos la incapacidad institucional para aportar soluciones eficientes. El Govern, el Consell de Mallorca y la mayoría de los ayuntamientos podrían hacer mucho más para mejorar esta situación. El Pla Territorial Insular de Mallorca no se ha actualizado, como exige la ley y marca unos márgenes de edificabilidad inaplicables. Palma y Calvià siguen utilizando unos planes obsoletos. En Palma, Mateu Isern no cumplió con su obligación de renovar el PGOU de Ciutat y ahora ni José Hila ni Antoni Noguera tampoco han hecho nada. Y en Calvià, más de lo mismo. Otra vía es aplicar modificaciones puntuales, pero apenas se ha empleado esta legislatura.
«Hila y Noguera han seguido la estela negativa de Isern y Palma sigue sin Plan General de Ordenación Urbanística» «La iniciativa Cohabita del Ibavi de ceder solares a cooperativas, aunque de pequeño calado, es siempre positiva»
P ¿En qué medida el alquiler influye en esta situación? R Los precios del alquiler han sufrido un alza exponencial desorbitada en los últimos tiempos. En eso también ha influido de forma fundamental la falta de vivienda a disposición de la sociedad. A menor oferta, suben los precios. Padecemos una demanda de alquileres que crece y crece sin parar, y una mayor presión demográfica: solamente en 2017, Baleares ha crecido en 15.000 nuevos habitantes. Y todos ellos buscan casa en la que vivir.
P En este ámbito de graves dificultades sociales y familiares, ¿también influye el alquiler turístico? R Sin ninguna duda. Hace diez años la figura del alquiler turístico no existía, o al menos no con las características actuales. Este neofenómeno provoca que un sector del parque de viviendas se dirija a los turistas y no a los residentes permanentes en nuestra comunidad. Unos turistas capaces de pagar precios mucho más elevados que los que se pueden permitir los insulares, los cuales –además– padecen la realidad de nuestro mercado laboral, con salarios bajos que no facilitan el hacer frente a los precios elevados de las viviendas.
P Hemos dejado de aspirar a comprar una vivienda y nos inclinamos a alquilarla. ¿Por qué? R Como ya hemos señalado, los salarios son bajos y eso dificulta el acceder a una hipoteca. Tampoco se ahorra. Las restricciones bancarias, después de una época de manga ancha que resulto ser nefasta, ahora son muy exigentes. Además, el precio de la vivienda nueva es esencialmente muy elevado. No olvidemos que los costes de construcción también se han disparado por la falta de mano de obra cualificada y los precios de los combustibles continuamente al alza. Aquellas personas que no pueden comprarse una casa optan por un alquiler, con lo que, como ya hemos señalado, la demanda es elevadísima para la oferta realmente existente. Es una auténtica espiral diabólica que solamente una actuación decidida de las instituciones puede desencallar. De hecho, los jóvenes que pagan ahora alquileres a precios elevados nunca podrán ahorrar para adquirir una vivienda en propiedad. Todo un cambio en el paradigma social que habíamos vivido hasta ahora.
P ¿Estamos a tiempo para solucionar este problema? R Sí. Pero ya hay que ponerse de inmediato manos a la obra. Primero se deben actualizar los planteamientos urbanísticos. No con parches, sino con revisiones o modificaciones puntuales valientes y adecuadas a nuestra realidad. Después se podría reactivar la Ley 5/2008, de Reservas Estratégicas de Suelo. Permite esta norma poner de forma rápida suelo a disposición de ser urbanizado con densidades equiparables a las leyes del suelo estatales, capaces con ello de impulsar barrios articulados. Eso sí, exigiendo el cumplimiento de los plazos para evitar dilaciones perniciosas.
P En Palma se sigue hablando de convertir el antiguo cuartel de Son Busquets en un barrio de nueva planta con centenares de construcciones. Pero, una vez más, el proyecto no acaba de arrancar. R Esta es una de las realidades incuestionables de todo aquello que compete a las administraciones públicas: su exasperante lentitud. Llevamos más de 20 años hablando sobre Son Busquets y a día de hoy no hay aún nada cerrado. Las iniciativas de suelo público podrían colaborar de forma muy positiva en apaciguar las carencias de vivienda, pero la ineficacia de las administraciones y de los políticos que las dirigen es uno de nuestros grandes males. Además, al paralizarse también desde las instituciones públicas los desarrollos de suelo privados, que conllevaban dedicar el 30% de las viviendas a Vivienda de Protección, sumamos más dificultades y problemas a todo lo señalado anteriormente.
P ¿Debemos incluir las promociones públicas de vivienda como una posible solución? R Sin ninguna duda. La intervención pública es primordial, dando entrada a la participación de la iniciativa privada. Por ejemplo, el actual programa Cohabita del Ibavi es una buena propuesta ya que cede suelo a cooperativas para 117 viviendas. No es venta ni alquiler. Es una iniciativa de pequeño calado pero que marca un camino positivo a seguir en el futuro.